El estrés es una señal de alerta que en dosis bajas nos ayuda a mejorar nuestro rendimiento.

Con el estrés moderado ponemos todo nuestro organismo a funcionar con la máxima activación. Cuando esta señal dura en el tiempo y no descansamos, sufrimos una sobrecarga y podemos notar un gran agotamiento físico y mental.

El problema de la persona estresada es que percibe muchas demandas a las que ha de enfrentarse y por tanto activa su organismo con mucha frecuencia, forzándolo en exceso y por lo tanto produciendo síntomas físicos y psicológicos.

Entre los síntomas más típicos encontramos los dolores de cabeza y espalda, malas digestiones, taquicardias, dificultades de concentración y olvidos frecuentes, mareos, insomnio, nerviosismo y preocupaciones, irritabilidad, ansiedad.

A largo plazo el desgaste producido por la activación repetida de nuestro cuerpo puede generar enfermedades graves.

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